Cuando a media tarde el twittero Txitxo Díaz (@txitxoirun) adelantó que Montanier había decidido dejar a Vela en el banquillo pensé que el francés se había vuelto loco, y no fui el único. «Montanier se inmola en La Catedral» podía haber sido el título de este texto, pero una vez visto el partido el titular correcto debió ser: «Montanier gana a la ruleta rusa en San Mamés». El técnico de Vernon fue uno de los protagonistas del derbi, de eso no cabe la menor duda, pero vamos por partes.
Vela fue suplente, por lo que la Real Sociedad empezó el partido dando ventaja al Athletic. ¿Qué pasaría si Mourinho dejase a Cristiano en el banquillo o Roura a Messi en el partido del martes? Mejor no pensarlo, pero es lo que hizo Montanier. Reservar a su máximo goleador y jugador más desequilibrante por decisión técnica. La jugada le salió redonda, pero el tiro también le pudo salir por la culata, porque la Real sin Vela no fue superior al equipo bilbaíno.
El guión de la primera parte fue el esperado por todos, Montanier incluido. Dominio inicial del Athletic más por casta que por fútbol. Los de Bielsa llegaban al Derbi después de dos derrotas consecutivas y con muchísimas dudas. El técnico rosarino volvió a apostar por Raúl Fernández en la portería, que no se estrenaba en un partido de estas características, pero su inexperiencia resultó decisiva en la segunda parte.
En el primer acto se jugó el partido que Bielsa había diseñado, un correcalles constante sin ningún tipo de control, exactamente lo que más le podía perjudicar a la Real, que necesitaba que Illarramendi se hiciera con el mando del partido, pero con la velocidad a la que jugaban ambos conjuntos era misión imposible tratar de ralentizarlo.
El Athletic llegaba más y creaba más ocasiones, pero Bravo estuvo seguro y desvió todas las que fueron a puerta. Nada pudo hacer ante el obús de Ibai Gómez, uno de los goles de la Liga sin discusión. El rojiblanco emperchó un centro desde la banda izquierda según le llegó y Bravo sólo pudo aplaudir. Un golazo en toda regla.
El partido se ponía complicado para la Real, por debajo en el marcador y con un ambiente de lo más hostil en contra. Pero este equipo ha progresado mucho en estos meses. El año pasado en esa situación el segundo gol no hubiera tardado en llegar debido a la debilidad anímica del equipo, pero en San Mamés quedó claro que las cosas han cambiado, el equipo ha madurado. La demostración de ello fue que en vez de perder la cara al partido se fueron a por el Athletic sin nada que temer.
Griezmann sólo tardo tres minutos en empatar y silenció La Catedral. El Athletic empezaba a perder el último Derbi que se disputaba en su estadio. Chory Castro le puso un excelente balón al francés, un centro que hubiera firmado el mismísimo Javi De Pedro, que el ‘7’ cabeceó a la red.
A pesar de que el Athletic había hecho más méritos para llegar al descanso con ventaja, el marcador señalaba 1-1 al término de los primeros 45 minutos. Para unos el resultado era injusto, mientras que para los otros era excesivo premio para el juego que habían realizado.
Apoteosis realista
La segunda mitad fue totalmente opuesta a la primera. La Real se hizo dueña del balón y aunque la posesión no se tradujo en muchas ocasiones, controló el partido al ritmo que marcaba un Illarramendi que crece a pasos agigantados.
El gol de Griezmann fue un auténtico mazazo para el equipo y la parroquia rojiblanca, que han olvidado los éxitos de la pasada campaña y este año lucharán por evitar el descenso. El Athletic no estuvo en la segunda parte de San Mamés, lo demostró De Marcos haciendo una falta absurda que derivó en el segundo gol. Es un equipo desquiciado por tanta polémica extradeportiva y los jugadores acaban pagando todo eso en el terreno de juego. Raúl Fernandez pagó su inexperiencia regalándole un gol a un Agirretxe que estuvo ahí con la caña preparada. El balón botó justo delante del portero y a trancas y barrancas el delantero de Usurbil lo mandó a la red.
A partir de ese momento el Athletic desapareció. Once jugadores deambulaban por el césped, más perdidos que un esquimal en el desierto. A Montanier le salió la jugada redonda, con el marcador a favor retiró a Agirretxe y dio entrada a Vela, más dinamita para acabar de hundir la nave rojiblanca.
Para certificar el éxito del experimento del técnico francés, Vela remató a los leones. Zurutuza, que acababa de entrar por Chory, le puso un balón genial al mexicano, que acomodó el cuerpo a la perfección y colocó el balón sutilmente lejos del alcance de Raúl. La mejor formal posible de finalizar una transición perfecta. Vela celebró su undécimo gol junto a la afición, exultante después de ver a su equipo ganar un partido que siempre es especial. La noche a la intemperie para conseguir las entradas estaba absolutamente justificada. Una victoria como la de la Real en San Mamés no se paga con dinero, ninguno de los allí presentes podrá olvidar esa fría noche en el vetusto estadio rojiblanco.